Narciso se observó de nuevo en el río. Sonreía con expresión bobalicona y satisfecha. La imagen del agua le devolvía el gesto con resignación. Después de algunas horas de completo embelesamiento, el reflejo desapareció harto ya de tanta tontería.
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La pieza se le había caído junto al lavabo de un hospital. Desde entonces, el hombre puzzle se sentía incompleto.
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El maratoniano giró la cabeza extrañado… había perdido su sombra en el kilómetro veinte.