lunes, 21 de enero de 2013

Presentación fantasmagórica de nuestro nuevo libro "El misterio del gato negro"



Celebramos nuestra presentación fantasmagórica de "El misterio del gato negro" el jueves 7 de febrero, a las siete de la tarde, en la biblioteca Juan Pablo Forner de Mérida (Centro Cultural Alcazaba). Contamos con la colaboración musical de Ana Jiménez (nuestra hermosa voz de Acetre) y de los músicos Javier de Lara y Pedro Javier Hoya. :)

Me acompañaron la directora de la Editora Regional de Extremadura, Rosa Lencero, la ilustradora cacereña, Ester García.

Desde el blog, me gustaría agradecer a Leni Ortiz, directora de la biblioteca Juan Pablo Forner, que nos brindase este espacio para compartir con vosotros: imágenes, palabras y música.


Para los que nos habéis preguntado dónde conseguir "El misterio del gato negro":

En Extremadura, se puede encargar en cualquier librería. Lo distribuye la librería Colón, de Badajoz. Para el resto de España, lo distribuye "La Torre Literaria" (918719379). A través de internet, se puede encontrar en La Casa del Libro, Iberlibro y Agapea.

Aquí os dejo el inicio de la presentación de nuestro libro en la biblioteca Juan Pablo Forner de Mérida. Comenzamos a oscuras, con la luz de unas velas y música de miedo. (No penséis que hay un problema con la grabación, es que andábamos entre fantasmas).




Próximo encuentro literario con los alumnos del IESO Tamujal de Arroyo de San Serván


 
El próximo 27 de febrero estaré con los alumnos y profesores del IESO Tamujal, de la localidad de Arroyo de San Serván, en un encuentro literario sobre la novela "El cuentanubes". Os propongo este espacio en mi blog por si queréis enviarme alguna pregunta o alguna opinión sobre el libro antes de que nos veamos en vuestro instituto. Espero vuestros comentarios. Un saludo a todos.

jueves, 10 de enero de 2013

Invasoras


 

        Allí estaban. Quietas, agazapadas, escondidas. Temblaban como las hojas agitadas por el viento del otoño. Sabían que las habíamos encontrado. Pero, esta vez, no serían capaces de huir. Debían desaparecer. No había otra solución. Estaban irremediablemente perdidas, abandonadas a su suerte y se acurrucaban muy juntas sin ocultar su terror.
        Entonces sacamos nuestras armas y nos agachamos los dos en silencio. Avanzamos despacio, muy despacio, sin apenas hacer ruido, conteniendo la respiración. Éramos conscientes de que había que acabar con ellas antes de que nos invadieran, de que nos robaran el aire, antes de que fuera demasiado tarde. Así que nos dividimos, atacaríamos desde dos flancos diferentes para sorprenderlas y que no tuvieran escapatoria. Miré a mi compañero esperando un gesto cómplice para iniciar nuestro ataque. Había llegado el momento. Estábamos preparados o, al menos, eso creía. Acaricié el arma con manos sudorosas. Después de unos segundos de indecisión, los dos nos agachamos al mismo tiempo junto a la cama de matrimonio.
         Allí estaban. Eran ellas. Al vernos aparecer, las pelusas asustadas hicieron piña y nos miraron con ojos de pánico. Fue en ese momento cuando nos dimos cuenta de que no podíamos hacerlo, de que aquello nos superaba. Les daríamos una tregua. Tal vez, unos días. Enfundamos nuestras escobas y nos retiramos con sigilo de la habitación.