lunes, 23 de septiembre de 2013

Si te gusta imaginar... Taller de escritura creativa en la Biblioteca Delgado Valhondo de Mérida




¡Espero que os animéis a asistir!
Lo pasaremos muy bien. 

Plazo de inscripción: 23 de septiembre hasta el 6 de octubre.
Empezamos el martes, 8 de octubre. (Diez sesiones hasta el día 17 de diciembre)
Periodicidad: semanal
Horario: martes (17:00 -18:30)
Lugar: Biblioteca Oficial del Estado Delgado Valhondo (Mérida)
Plazas: hasta un máximo de 25 personas.
Curso gratuito. 

Para más información os dejo el tríptico y el cartel del curso con los datos que debéis rellenar para inscribiros. Las inscripciones se aceptarán por riguroso orden de llegada y os podéis apuntar también a través de la página web de la biblioteca.

Nos vemos pronto. :)

103 comentarios:

  1. Cuando llegamos, la decepción fue enorme. Allí no había nada, excepto una caja de madera y un gran cartel anunciador: "Parque de atracciones. Sólo para soñadores".
    - ¡Verás que divertido! -dijo papá mientras se subía a la caja- Únicamente tienes que dejar volar la imaginación.
    Lo que no me había explicado es que detrás de la imaginación iba todo lo demás; entonces se dejó llevar, se elevó sobre su propio ser, planeó durante unos minutos, y finalmente se dio de bruces con la realidad de mala manera.
    - Bueno -añadió-, el aterrizaje aún he de pulirlo un poco.

    Al Cudia

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  2. El pintalabios

    Me llamo Raúl Flores. La última vez que desperté retumbaban suavemente los acordes de la “Dulce introducción al caos” entre las ruinas de mi memoria. Entreabrí los ojos para verme rodeado de gruesos hilos transparentes, acorralado por un frío metálico y un intenso olor a desinfectante. Solo cuando Eva se acercó para darme el beso de gracia recordé el día en el que ella me confesó su inmunidad al arsénico. En ese instante, poco antes de que Juan Sebastián Bach se llevara mi alma en medio de la cantata 147, inmortalicé el momento en el que ella me pidió por última vez que le tradujera el texto de la portada de “La ley innata”, su disco preferido, mientras sombreaba del color de la muerte sus insaciables y feroces labios.

    Harpo Smith

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  3. Caminaba de oasis en oasis durante el infinito desierto en busca de un camello. Se remojaba en los riachuelos para calmar el sofocante calor, se tumbaba debajo de las palmeras a descansar y en el sexto oasis al no encontrar ninguno, el pez abrió un coco y se metió en él. ¡Qué mejor que su agua para vivir allí una temporada!

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  4. La araña quedó presa en la tela... No era la suya.

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  5. Era ese color rojo del pintalabios que le recordaba aquel intenso beso, ese olor a cerezas que desprendía, a sus caricias. Era lo único que le quedaba de aquél intenso amor antes de descubrir que la mujer de sus sueños era en realidad un hombre contratado por sus amigas como venganza a su exagerado machismo.

    Atenea.

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  6. Para llegar a tiempo al funeral de su hermano mayor, el caracol había salido de casa dos años antes.

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  7. La diputada de la oposición había terminado su discurso y abandonaba, entre aplausos y vítores de sus compañeros de grupo, la tribuna de oradores. En el turno de réplica, el joven y locuaz consejero, el llamado delfín del presidente y candidato a diputado nacional, no pudo resistirse. Como un pájaro bobo recién salido del agua, pidió la venia al presidente de la Mesa y se dirigió a la oponente. De rodillas, sacó del bolsillo una alianza y se la ofreció.
    –Cásese conmigo, diputada.
    –Termine la réplica, consejero. Y ya veremos.

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  8. Una vez más... sola, en una habitación sola, en una casa también sola.

    Soledad rota solo de uno en uno... que viene, se va, vuelve... De uno en uno y cada uno diferente... y cada uno igual al siguiente.

    Llaman. Es otro. Me quedo sentada. No abro. Abre.

    A través del espejo veo mis pechos tomando aire. Veo fugazmente en una de sus esquinas una rosa roja que se acerca... y veo que mis pechos respiran más rápidamente.

    Siento el beso de la rosa sobre mi piel, recorriendo mi espalda de abajo arriba... hasta que prende en mi pelo y queda presa en él.

    Noto cómo los pasos se alejan, cómo unos ojos que no veo se vuelven y me miran y siento cómo me atraviesan en silencio mientras la puerta se cierra.

    ¿Sola?

    P.

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  9. LA CHICA DEL CUADRO

    De espaldas al mundo, como la chica del cuadro; así me sentía yo cuando pinté aquél mi primer óleo. ¿O era el mundo el que se ocultaba de mí? No lo sé.
    Ahora todo era distinto. La galería estaba abarrotada de gente que quería admirar mi obra.
    Ahora todos se interesaban por mi vida.
    ¿Ahora?. ¿Es que no habían leído la tarjeta de invitación?: "Exposición póstuma del pintor..."
    O tal vez sí, y por eso estaban allí.

    Al Cudia

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  10. Si te termina el amarillo... con qué vamos a hacer el pan?
    - Cocinaremos pan azul.

    Walter White

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  11. Si se termina el amarillo, ¿con qué vamos a hacer el pan?
    Morirán de amarillo los pájaros que ya no alimentemos, de amarillo los árboles sin pájaros, de amarillo la tierra sin árboles que trinen, de amarillo el cielo y el aire sin suelo donde los árboles canten. ¿Y para qué el pan, te digo, si tengo tus labios? ¿Para qué si tus manos saben amasar el corazón hasta devolverlo al trigo?

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  12. Nadie podrá decir que no estamos imaginando juntos... Muchas gracias a todos por participar y por las tardes de los martes. :)

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    1. ¡Gracias a ti por darnos la oportunidad de imaginar!

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  13. Cuando los grillos cantan,¿Los oye la Luna?
    Caballita.

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  14. Tanto tiempo ha pasado que me da miedo mirar.

    Temo que la imagen diluya el recuerdo de sus dedos recorriéndome; el aroma y el calor de su aliento penetrando a través de mi piel; la dulzura de sus labios sembrando silencios que mi alma traducía.

    Temo retornar al dolor de su ausencia, al vacío de su marcha, repentina y traidora: volver a quién ahora soy y no quiero ser.

    Por eso, prefiero seguir de espaldas a mi reflejo... esperando que llegue pronto nuestro definitivo reencuentro.

    P.

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  15. El sol, que de luz llena mi alma; la luna, que mis noches colma con tu recuerdo; la margarita que, ya sin hojas, permanece entre mis dedos... dejando siempre un espacio de angustia, de duda...

    Así son tus besos, redondos bajo la lluvia.

    P.

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  16. Si se termina el amarillo, el nuestro será un gélido espacio.
    El agotado Astro hará que se aboquen los cuerpos y se fundan, iniciando así la búsqueda de aquel ardor, antes por él proporcionado.
    La humanidad será un todo y, tal vez, el sueño lenniano no sea sólo imaginado.

    C.

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  17. Sólo soy un satélite girando alrededor de su astro. A esta distancia, apenas diviso tu rostro, que anhelo cuando entro en fase oscura. Entonces, tu luz se refleja en mí, y ya no soy un simple grano de arena en el universo, soy una perla arrancada del mar. Y cuando mi influjo te atrae y hace caer el diluvio desde tus labios, todo es perfecto. Así, así son tus besos, redondos bajo la lluvia.

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  18. Quizás se viera impelido por los ardorosos cantos de aquellos negros que, amenazantes, los rodeaban. Tal vez fuera aquella sustancia viscosa que les llegaba al mentón y que poco a poco iba ganando temperatura. O una clara conciencia del fin, como gustaba decir a su padre antes de morir. Sabía que no la había amado como ella hubiera merecido, que incluso pensó en abandonarla en más de una ocasión. Pero en aquel momento las palabras le salieron sin vacilar.

    –Cásate conmigo, muñeca.
    –¿Ahora me lo dices, maldita sea? ¿Juntos tantos años y me lo sueltas cuando vamos a ser el aperitivo de toda una tribu? ¡Grrrr!
    –Lo sé, querida. Perdona el atrevimiento. Pensé en Quevedo y me dije: caldo seremos, mas caldo enamorado.
    –Eres un romántico. Pero ya es tarde, cariño, lo siento. No estoy dispuesta a que encima la sopa les siente bien a estos indígenas.

    Y, sin mirarlo, sumergió su extraordinaria melena rubia en el sabroso guiso.

    Ralph Cooler

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  19. Ni escalofríos, ni temblores, ni siquiera miedo. Ya no siento nada. Llegó, me arrancó la ropa, me tomó por la fuerza y me dejó allí, tirada, con el torso desnudo, como todos los días...

    Rosa.

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  20. -Valeria, tengo una cosa importante que decirte - dijo Miguel nervioso.
    - Dime, te escucho - contestó ella nerviosa.
    - Hace años que nos conocemos, hemos convivido juntos desde el primer día - Miguel tragó saliva - y me he dado cuenta que quiero estar junto a ti eternamente, por eso quería preguntarte...-le interrumpió Valeria.
    -¿Qué, qué?-
    -Valeria, ¿te quieres casar conmigo?- sentenció Miguel.
    -¡Sí!- chilló de alegría Valeria.
    En ese momento, las máquinas conectadas a sus cerebros que los mantenían en estado comatoso se pararon y la sala de la UCI se impregnó del espíritu de Valeria y Miguel, unidos eternamente.

    Rosa

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  21. Mientras los novios repartían los regalitos y recogían los sobres de dinero, el padrino pensaba, "sí, sí, recoge, recoge, que el agujero ya me lo he hecho yo, menuda dote lleva mi hija", mirando con inquina a su nuevo yerno.
    En la otra punta del salón, la madrina se colocaba los refajos del ostentoso vestido, intentaba ser el centro de atención y lo consiguió. No se dio cuenta al salir del baño que se le había quedado remetido por detrás en la tremenda faja luciendo su poderoso trasero por todo el salón.

    Rosa.

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  22. Siempre supe que era especial, dotado de ciertos poderes... digamos sobrenaturales. Pero un día, en una de las visitas organizadas al palacio decimonónico en que ahora residía, escuché la palabra maldita. Ya antes había oído hablar de entes vestidos de blanco que pululaban por tugurios oscuros asustando a adolescentes, lo cual, no obstante, no me describía más que en parte. Así que un día le pregunté a Rony ¿realmente soy un fantasma?
    Respiró hondo, babuceó algo y añadió:
    - Mírate tío; vives de ocupa en un caserón en venta, no tienes trabajo fijo, ¡y te acabas de comprar un Ferrari!.

    Al Cudia (aka Juan Francisco)

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  23. No era más que un sombrero de fieltro rojo que volaba y volaba. Arrastrado por el gélido viento del Norte, sin rumbo fijo, sin voluntad, se dirigía a ninguna parte.
    Su ya lejana dueña se decía mientras lo veía alejarse: "Goza tú de lo que otros no pueden, del sentimiento con el que tan sólo unos pocos han sido bendecidos".

    Marió

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  24. La Princesa del Sonido

    La primera vez que asocié "La Princesa del Sonido" a la sinfonía nº 40 de Mozart fue un día luminoso y perfumado de primavera. Entré en casa y aquel sonido corriente, casi familiar, oculto entre flautas, trompas y clarinetes, me recordó el suave murmullo de una cascada de aguas cristalinas. Mamá, siempre delicada, cuidadosa y pintoresca en sus explicaciones, nos reunió para comentarnos su última adquisición. A partir de aquel día podríamos ir al reservado y envolver el primer arrebato de ocres y castaños con el aleluya de Haendel y, antes de que alcanzásemos el nirvana con la penúltima sinfonía de Amadeus, tendríamos ocasión de calmar los pequeños gemidos de pesar o placer con la Tocata y Fuga de Juan Sebastián Bach.

    Otohime

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  25. El silencio

    Es constante, casi inaudible, me acompaña todos los días. Solo tengo que parar y pensar que está ahí, para sentir su compañía.

    No se molesta, ni grita.
    No se enfada, ni se ríe.

    Siempre suave, constante, lento.

    Allí donde todo son desencuentros y disputas, el mantiene su tono neutro, esperando...

    Me coge de las manos y me mece con cuidado, hasta que caigo rendida.

    El mi más fiel compañero.

    Elena


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  26. El sombrerito volador


    Érase una vez un pequeño sombrero rojo que quería volar.
    Un día su dueño se lo puso y salió a pasear. El día no era nada agradable, pues soplaba, con una enorme fuerza, el gélido viento del Norte. Se diría que este viento tan desapacible quería arrastrar todo lo que estuviera a su alcance.
    El dueño del sombrero lo sujetaba con su gran mano, pero el viento y también el sombrerito luchaban para impedir que dicha mano consiguiese su objetivo. Ambos querían que la cabeza del buen señor quedara al descubierto, por eso no dejaban de combatir. De repente, el sombrerito salió volando sin que su dueño pudiera hacer otra cosa que verlo alejarse.
    El aventurero sombrero volaba por las alturas, mientras cantaba feliz. Volar significaba ser libre, poder hacer todo lo que quisiera en cada momento, sin tener que limitar su existencia a cubrir una cabeza. De este modo, estuvo volando casi media hora, hasta que el viento cansado de soplar dejó de hacerlo y el sombrerito empezó a descender. Nuestro amiguito se resistía, pero la fuerza de la gravedad lo atraía sin que el pudiera hacer nada para impedirlo.
    -- ¡No, nooo! – Decía, en tanto caía, y es que allí abajo había…


    Una plantación de ajos.

    Mariló.

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  27. MIEDO A LAS ALTURAS (a partir de un recorte)

    Estaba al borde de la desesperación, pero tenía miedo a las alturas y no le quedaba más remedio que vivir en la esperanza.

    Raúl (antes del frío, Ralph Cooler)

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  28. “¿Por qué dejé que mi padre me convenciera?”, pensaba Ramón, mientras la veía acercarse por el pasillo, el rostro oculto bajo el velo blanco, del brazo de ese padre de rostro tormentoso. Qué le importaban a él la empresa, la herencia, la eterna rivalidad entre ambos padres. Y encima ese acuerdo prematrimonial, que era casi una condena. Si Laura ni siquiera le gustaba...

    Laura sonreía inquieta bajo el tupido tul, mirando el rostro sudoroso y la sonrisa tensa de Ramón. “Qué nervioso está”, pensó. “Se creyó con tanta facilidad que quería esperar a la noche de bodas... Es tan bueno. ¿Por qué no le confesé lo del cambio de sexo?”

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  29. - Qué harta estoy. Siempre el mismo rostro cansado, agriado. Soy demasiado joven para contemplar todos los días esa expresión, me merezco algo mejor. No pienso volver a mirar esa cara.
    - ¿Y por eso le das la espalda al espejo?

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  30. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  31. Silueta
    No perteneces a este mundo, evidente.No te pareces a nada, simplemente original. ¿De dónde vienes? Te preguntaría, pero sé que la respuesta está en mi verdad. Tan sólo yo la adivino, la inventé y no voy a compartirla.
    Te convertiré en amigo, en juguete, o como ahora en mi inspiración. ¿Cómo con tu indiscutible simpleza abarcas tanto? Quizá por ser el fruto de mi voluntad.


    Si no existiese la música, el ruido y la clave de sol se enfrentarían en un combate sin fin, en el ring del pentagrama.

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  32. Si no existiesen las caracolas, no podría evocar mi amado y añorado mar en los Campos de Machado.

    El lobo quería depilarse cuando iba a la piscina.

    Era tan pequeña que la alfombra era su selva, se bañaba en una lágrima, bailaba con los átomos, volaba entre suspiros y me la tragué en un sollozo.

    Mariló.

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  33. La marcha nupcial reverberaba en los arcos mientras el novio, como un pavo real, hacía el paseillo hasta que llegó al altar.
    En ese mismo instante, María la novia, conducía una Harley alejándose de la ciudad.
    ¡ Había ganado la apuesta!

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  34. Ella era tan pequeña que vivía en una cáscara de garbanzo.
    Ella era tan pequeña que enseñaba kárate a las hormigas.
    Ella era tan pequeña que su corazón no le cabía en el pecho y cuando lloraba no derraba lágrimas sino puntitos de luz.
    Ella era tan pequeña que se perdió en su propia imaginación.

    Rosa.

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  35. La noche oscura se sentía sola y deseaba convertirse en el azul del amanecer. El amanecer era friolero y anhelaba el calor de la soleada tarde. La tarde soleada soñaba reflexionar con el naranja del atardecer. El atardecer se ilusionaba con descansar en la semi oscuridad morada del anochecer. El anochecer morado suplicaba a tus ojos verdes que nunca se cerraran para seguir acariciando el verde de tus ojos.

    Rosa

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  36. El viento gélido azotaba las hojas; las hojas con la fuerza de la rabia se asían a las ramas; las ramas sensibles lloraban y querían tocar el cielo. El cielo estallaba en colores temeroso de que lo pillara la noche.

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  37. Era tan pequeña que creía en ella.
    Era tan pequeña que Garbancito la desterró del cuento.

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  38. El mundo al revés tiene forma de ciempiés.
    Pilar Atienza.

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  39. El lobo se quedó bizco y le pegó un pellizco.
    Pilar Atienza.

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  40. El lobo inspirado guaseaba con cuidado.
    Pilar Atienza.

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  41. Es como un pájaro que busca un lugar en un avión que no llegará jamás. El árbol de los sueños que se convierte en las fiestas de Navidad por su esplendor conseguirá asombrar.
    Pilar Atienza.

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  42. OTOÑO
    Voy pisando los charcos
    memoria física del agua de lluvia
    retazos de verano
    irisados en cristales transparentes
    ¿Lloran los cielos anhelando el estío?
    Árboles cansados
    mudan sus viejos y arrugados trajes
    lecho de sueños rojizos y amarillos
    otoño en las aceras.

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  43. A.C.G., de 51 años


    Cada timbre, un alfiler

    Cada cena, un silencio

    Cada noche, un insomnio

    Cada día, un tormento

    ...

    Cada crimen, un infierno.


    Ramón

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  44. Teo

    Mis ojos tristes como tus labios. Tus labios muertos como mis besos. Mis besos fríos como tus manos. Tus manos rígidas como mis ojos.

    Ramón

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  45. ERA TAN PEQUEÑA

    Era tan pequeña que los sueños no le cabían en la cabeza.
    Tan pequeña que le gustaba dormir acurrucada en los enchufes.
    Tan pequeña que el amor pasaba siempre sin verla.

    Raúl

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  46. Anhelaba sus besos. Besos que sabian a sal. Sal que excitaba mi conciencia. Conciencia que no tenia en esos momentos. Momentos llenos de ternura y caricias. Caricias que me hacian estremecer sin piedad. Piedad que no tenia `el. El, el que fuera mi gran amor...

    Nuria M. P.

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  47. FUNERAL (concatenación)

    Primero llegaron las rosas, y con las rosas la gente que lo amaba, y con la gente la caja de buena madera que portaban en sus hombros, y en la caja lo que había sido su cuerpo. Y rosas, y amor, y caja y cuerpo entraron juntos en la tierra, la tierra que encima echaba con su pala el viejo y derrotado sepulturero.

    Raúl

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  48. Te veo de espaldas, niña, mientras te secas al sol, y lo prefiero así. Quiero imaginar tu rostro, pálido como la piel que tan inconscientemente muestras. Sí, ya sé que crees que, a estas horas, en plena siesta canicular, nadie te estará mirando. Tu expresión es decidida, lo intuyo en la línea recta de tu espalda, incluso ahora que deberías de estar relajada. Tus manos, ásperas tras pasar la mañana lavando la ropa en el río, serán sin duda delicadas cuando acaricies a tu amado. Debo marcharme antes de que te gires; no quiero reconocerte cuando mire a la gente desde el púlpito.

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  49. SIMULACRO (a partir de una noticia aparecida en Diario Hoy)

    Todo salió a la perfección, según lo planificado. Durante el simulacro, los hombres parecían entenderse mutuamente y los niños compartían sus juguetes sin protestar. Era posible. Entonces Dios se dijo: “En caso de emergencia, el mundo está preparado”.

    Raúl


    OBRA MAESTRA (a partir de un nombre propio)

    Cuando Raúl Aragoneses se dio cuenta de que estaba escribiendo una obra maestra, se detuvo aquí.

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  50. Me miré en el espejo y no me gustó lo que ví.La muerte se asomaba por mis ojos.


    Se miró en el espejo y no le gustó lo que vió. La muerte se le asomaba por los ojos.

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  51. Sólo un haz de luz la ilumina, el humo se corta en el ambiente. Se siente protagonista. Coqueta, muestra sus curvas brillantes buscando la compañía perfecta.
    Esos dedos que la recorran por sonoros puentes de madera, que bailando suavemente, dispersen los sonidos en el silencio de la noche.
    Notas sostenidas, lamentos desgarrados; danza invisible de acordes imposibles. Lágrimas eléctricas que brotan de un corazón de blues.

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  52. Muchas gracias a todos por vuestra participación durante las tardes de los martes y en este blog. Es un placer asistir a un taller con compañeros tan agradables y entusiastas. Ya solo nos quedan dos sesiones. Espero que las aprovechemos al máximo. Un saludo y feliz fin de semana. :)

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  53. La guitarra portuguesa

    Gustas de acompañarlo y él realmente lo agradece. Puede que no te necesite, porque por sí mismo hace temblar los corazones de quienes lo escuchan. Sin embargo, tu presencia, sin ser esencial, es precisa. Tú y tu sonido ayudáis a que, desde lo más profundo, emerjan, afloren, emulsionen desde aquel abismo del alma los sentimientos que arranca un fado.

    Mariló.

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  54. Texto reescrito

    La guitarra portuguesa

    Gustas de acompañarlo y él realmente lo agradece. Puede que no te necesite, porque por sí mismo hace temblar los corazones de quienes lo escuchan.
    Sin embargo, tu presencia, sin ser esencial, es precisa. Tú y tu sonido ayudáis a que desde allí, desde el abismo profundo del alma emerjan, afloren, emulsionen los abrumadores sentimientos que arranca un fado.


    Mariló.

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  55. EL ARTE DE LA OBSERVACIÓN

    - ... siete mil quinientos a las 3. ¡vendido!
    Laura sonrió a Antoine, su marido, y suspiró aliviada. Por fin se habían desecho de ese cuadro, ese desnudo de juventud que su él pintara diez años atrás y que a ella le hacía recordar "su pecado".
    Para celebrarlo, esa tarde iría a ver a Robert, al que tenía últimamente un poco desatendido.
    - Mira, cariño, lo que acabo de adquirir en Sotheby's, le dijo Robert cuando entró en su apartamento.
    Laura quedó petrificada.
    - Es curioso. Con lo detallista que es Antoine y no te pintó esa marquita tuya junto al ombligo.
    Sólo entonces supo Laura lo cara que le iba a resultar la subasta.

    Al Cudia

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  56. La trompeta de Steve.

    Llegas envuelta en unos platillos temblorosos y un vibráfono conmovido con tu presencia. Steve aprieta sus labios sobre tu boca pequeña y acaricia tu piel dorada con dedos bailarines. El viento y el metal se funden en una ola de mariposas afónicas… "si vuelves a pensar en mi ya no estaré cubriendo aquella ruta ni haré una hoguera con tu corazón"…
    En el duelo te acompañan unas escobillas fatigadas sobre cajas de tristeza y chelos y violines estremecidos con tu pena. Tu voz ronca no viene a anunciarme el comienzo de la batalla, me trae la noticia de la derrota. "Noches más duras han de venir… riesgo y altura si vuelves a confiar en mí".

    Ramón

    P.D.: Texto basado en la canción “Riesgo y altura” de Quique González. El trompetista se llama Steve Herman.

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  57. La trompeta de Steve.

    Llegas envuelta en unos platillos temblorosos y un vibráfono conmovido con tu presencia. Steve aprieta sus labios sobre tu boca pequeña y acaricia tu piel dorada con dedos bailarines. El viento y el metal se funden en una ola de mariposas afónicas… "si vuelves a pensar en mi ya no estaré cubriendo aquella ruta ni haré una hoguera con tu corazón"…
    En el duelo te acompañan unas escobillas fatigadas sobre cajas de tristeza y chelos y violines estremecidos con tu pena. Tu voz ronca no viene a anunciarme el comienzo de la batalla, me trae el eco de la derrota. "Noches más duras han de venir… riesgo y altura si vuelves a confiar en mí".

    Ramón

    P.D.: Texto basado en la canción “Riesgo y altura” de Quique González. El trompetista se llama Steve Herman.

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  58. NO ES CUENTO CHINO (a partir de un instrumento)

    Para aliviar el agudo dolor por la muerte de su prometida, el joven Jo-Hsi había decidido aprender a tocar los instrumentos que guardaba su padre. Aunque todas las lecciones fueron en vano: cuántas veces creyó abrazar a su amada mientras sostenía el laúd o mesar sus cabellos en tanto pulsaba las cuerdas del guzheng. Fue entonces cuando comenzó a cantar. Su voz resultó tan hermosa que Yan-Luo, el juez de los muertos y guardián del inframundo, se la trajo una noche en sus propios brazos como regalo.
    Raúl

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  59. - ... siete mil quinientos a las 3. ¡vendido!
    Laura sonrió a Antoine, su marido, y suspiró aliviada. Por fin se habían deshecho de ese cuadro, ese desnudo de juventud que él pintara diez años atrás y que a ella le hacía recordar "su pecado".
    Para celebrarlo, esa tarde iría a ver a Robert, al que tenía últimamente un poco desatendido.
    - Mira, cariño, lo que acabo de adquirir en Sotheby's, le dijo Robert cuando entró en su apartamento.
    Laura quedó petrificada.
    - Es curioso. Con lo detallista que es Antoine y no te pintó esa marquita tuya junto al ombligo.
    Sólo entonces supo Laura lo cara que le iba a resultar la subasta.

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  60. Se despertó a la misma hora que todos los días. Su despertador era el suave caer de las hojas que acariciaban sus oídos.
    Esa mañana olía distinto; no era a raíces, ni a ramas secas, ni siquiera a tierra mojada.
    Abrió la ventana y respiró profundo olía suavemente a arco iris.

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  61. Cierro los ojos y me traslado al verano que pasé en casa de mi abuela Catalina. Guardo mis recuerdos infantiles en olores de antaño. Su colonia, lágrimas de terciopelo vistiendo su piel. ¡ Como me gustaba aquel olor!.
    Aún recuerdo la enorme bañera de cinc, y ese jabón casero con el que me bañaba.
    Siempre que pienso en la casa de mi abuela, el olor que recuerdo es a limpio.

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  62. Hola a todos los participantes en el curso de escritura creativa de la biblioteca Delgado Valhondo:

    Os escribo para recordaros que este martes, 17 de diciembre, terminamos nuestro curso de escritura creativa. Como será nuestro último martes juntos, espero que podáis asistir. Os reservo una pequeña sorpresa para el final y espero que os guste. Para los que no pudistéis venir el último día, propuse dos posibles textos:
    - a partir de un olor
    - a partir de un recuerdo (ficticio o no, lo dejo a vuestra elección).
    Un abrazo y feliz fin de semana.

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  63. SENSIBILIDAD MUSICAL
    Había llegado el momento de repartir las pertenencias del viejo profesor. Cuando vio su inseparable trompeta, Andrés, su nieto, recordaba con nostalgia la última vez que tocaron juntos.
    - ¿Podría quedármela? – preguntó.
    - Llévate las dos, había otra en el desván -contestó con desdén su tío, afanado en buscar algo más valioso-. Además, eran para ti; siempre decía que sólo tú sabrías usarlas bien.
    Ya en casa, le sorprendió el peso y el deficiente sonido de la segunda trompeta, y se dispuso a limpiarla. Tan pronto como se desvanecía la pátina metálica exterior y aparecían los primeros destellos dorados, el joven comprendió las últimas palabras de su abuelo:
    - Todo lo que tengo, todo lo que soy, está en mis trompetas. Ellas son mi tesoro.

    Al Cudia

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  64. B.O. (a partir de un recuerdo)

    La primera vez que te vi, fue pura equivocación.
    Caprichoso acento.
    Buscaba en la sala el rostro de mi amiga, que no lograba identificar.
    Beatriz Oses. Quizás cambiada, pensé.
    E inmersa en mis pensamientos y mientras acomodaba mi desconcierto en la butaca,
    comencé a sentir un picor intenso, pero agradable.
    Pulgas narrativas invadían la sala.
    Beatriz Osés. Acertada equivocación.

    Lola

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  65. LA VIDA SECRETA DE JULIUS

    Tuve un año por delante para asesinarlos a todos. Habían sido mis compañeros en el taller de escritura creativa y los envidiaba profundamente. Escribían bien, muy bien, y además eran apuestos. A cada uno le di una muerte justa y muy literaria. Incluso llegó a parecerme que uno de ellos disfrutaba mientras moría. Hace una semana que ha empezado de nuevo el taller, nivel avanzado. La profesora, una joven escritora de novelas juveniles, está sorprendida por la sucesiva y desgraciada desaparición de todos sus pupilos, excepto yo. Sólo pude asentir. Seguro que intuye que voy a asesinarla también, pero impartirá sus clases. Los buenos finales resultan atractivos para ciertas víctimas.

    Raúl (No lo toméis al pie de la letra, o sí. Gracias, compañeros, ha sido una gozada.)

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  66. Muchas gracias por la participación durante este pequeño curso de escritura, a Encarna por el bizcocho, a Pilar por el café, a Raúl por el libro y a todos por las dedicatorias y el buen humor. Ayer fue una tarde muy hermosa con vosotros. En estos días os enviaré una sorpresilla navideña. Espero que os guste. Un abrazo muy fuerte.

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  68. 1. PERSPECTIVISMO

    Denis, el espectador ocasional
    El tan ansiado concierto de la filarmónica de Berlín estaba resultando aún mejor de lo esperado. El director blandía la batuta con una energía inusitada a la que los músicos respondían con un ritmo desenfrenado. Éxtasis total en el público

    Jan, primer violín
    Era un concierto más, en una ciudad igual a la anterior. Otra vez el repertorio tipo, sin ninguna variación, cuando de pronto, Frank comienza a mover los brazos de forma inconexa, carente de toda lógica musical; ninguno lo seguimos claro. Está empezando a hacerse mayor

    Frank, el director de orquesta
    Nunca olvidaré aquel concierto en Lyon. Maldita avispa.


    2. A PARTIR DE UNA FRASE HECHA: pasar la noche en blanco

    Jamás había estado cerca del rey, pero aquel día lo tenía apenas a dos pasos. Sabía que ninguno de sus congéneres había llegado tan lejos y, por eso, se sintió orgulloso de sí mismo. ¿Quién iba a pensar que él, tan insignificante, sería el designado para darle muerte? De pronto, un rumor; se pospone el ataque para el día siguiente. ¿Acaso no ha visto mi posición? Sin embargo, estaba tranquilo. Iba a pasar la noche en blanco, sí, pero por la mañana, avanzaría hasta la casilla negra en c7 y el jaque mate sería fulminante.

    Al Cudia (Raulito, Raulito, ten cuidado y recuerda que el que escribe más negro soy yo. Ah, y vigila tu espalda. Por si acaso) Un abrazo a todos lo he pasado muy bien.

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  69. La primera Junta

    La primera Junta de la Orden de los Excelentes Avanzados se limitó a encomendar a uno de sus miembros la reconfortante tarea de liquidar al impostor de nuestro admirado Julius. En el acta de aquella sesión se recogen reflexiones del tipo: “solo a los asesinos de pacotilla se les ocurre avisar con antelación a sus víctimas”, “se enredó en una tela de araña que no era la suya”, “el pobre era tan chiquitín... se le veía tan escaso de gracia; con razón decía que éramos todos atractivos”, “se le olvidó que cuando todos sueñan, el oso hormiguero estornuda…” o “no supo valorar la pericia y el garbo que los miembros de esta Orden tenemos en el gobierno y administración de la máquina del tiempo”.
    A la hora de decidir el agente ejecutor, consta que JF alzó su ceja siniestra - o sea, la izquierda - y dijo: “Las sobredosis de Tipp-Ex las curo rápido”.

    Ramón

    (Feliz Navidad, incluso a la desconsolada viuda del iluso impostor)

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  70. Observé a Raúl. Se había presentado aquella tarde como único alumno del nivel avanzado. Lo miré con ternura y comencé la clase. Parecía confiado mientras leía en voz alta su primer texto. Me acerqué por detrás y le acaricié la cabeza. Él sonrió complacido. “Pobrecito”, pensé justo antes de clavarle una metáfora pura por la espalda. Me miró desconcertado. Acto seguido entraron los otros, los apuestos, los de prosa ágil. Y, uno a uno, hundieron sus armas retóricas sin compasión. Tras las investigaciones, la policía científica certificó que murió de poesía.

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  71. Nunca el acto de escribir le pareció al intendente de la policía tan macabro y salvaje.
    Morir a manos de una metáfora, fuera pura o no, no dejaba de ser un acto impropio de alguien que dice amar el Arte de la Escritura.
    No, no estaba convencido de que el caso se hubiese cerrado definitivamente. Algo en su instinto le decía que Raúl no había muerto de poesía. Dudaba incluso de que hubiera muerto: las piezas dentales y sus huellas dactilares habían sido borradas por un Corrector eficiente, demasiado eficiente. El ADN no pudo ser comparado con ninguna muestra. ¿Había muerto realmente ese tal Raúl? Y, si así era, ¿había sido la poesía el arma utilizada?

    Pedro Gracia.
    Feliz Año Nuevo a todos y que 2014 llegue cargado de prosa y poesía.

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  72. Hola a todxs y feliz nuevo año. Os dejo un mini concurso por si os animáis. ¡Están enviando textos muy bellos! Besotes. https://www.facebook.com/photo.php?fbid=360161200794232&set=a.249959578481062.1073741828.227454727398214&type=1&theater

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  73. La imagen era sobrecogedora. En el presbiterio, la hermosa viuda Conti se aferraba a su hijo de tres años para no desplomarse mientras los amigos y conocidos de su esposo avanzaban en fila por el pasillo central a dar el pésame. El informe policial había sido concluyente. Los restos de letralla encontrados en el cuerpo del corrector y el modus operandi conducían a una única culpable: Beatriz Osés, asesina en serie. Nuevo taller de escritura, nueva muerte. Sobre el féretro, los servicios funerarios habían colocado, a modo de homenaje, un Diccionario Panhispánico de Dudas. En tanto se acercaba a dar la cabezada, un joven alto, elegantemente vestido con un abrigo de fieltro gris de solapa abierta y doble botonadura, había depositado con discreción encima del volumen académico una Black Baccara, la rosa negra. Por un instante, las lágrimas de la viuda quedaron suspendidas en sus ojos como dos águilas dispuestas a precipitarse hacia el fondo de un estrecho valle. Conocía el lenguaje de las flores. Al llegar a su altura, el joven salió de la fila para abrazarla y susurrarle al oído: «Así son tus besos, redondos como la luna». El mensaje era claro. Estaba vivo. Tenía un plan. El juego debía continuar.

    Raúl

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  74. - ¡Me han burlado! - exclamó indignada Talía-. Uno de mis mejores jóvenes autores, vilmente asesinado por una supuestamente consagrada escritora, envidiosa de su inesperado talento. ¡Clamo a los dioses para que administren una justa venganza!

    - ¿No se suponía que la musa de la tragedia era yo? -ironizó Melpómene, voluptuosamente recostada en un lujoso diván forrado de terciopelo verde.

    - Vamos, hermana, no seas cruel. Talía está indignada por la pérdida de uno de sus chicos -la reconvino Calíope-. Uno, además, llamado a grandes hazañas en la historia de la literatura, lleno de ardor y hermosas sentencias...

    - Hala, ya se disparó -bufó Urania-. No sé por qué lloráis la pérdida de un simple humano, que lo único que hacía en la vida era jugar con las palabras y poner faltas al trabajo de sus compañeros. Si al menos hubiera sido astrónomo...

    - Chicas, chicas, no discutáis -intervino Euterpe-. Dejad que la música de mi flauta os sosiegue el ánimo. Incluso tú, Urania, estás de acuerdo con que mi acordes te elevan a los cielos.

    - ¡No empieces todavía, Euterpe! -se excitó Polímnia-. Llevo obligando al resto de los componentes del taller a aprender el hermoso coro de la ópera Nabuco desde que se conoció la defunción, para que lo canten durante el funeral.

    - El asesinato, querrás decir -gruñó Talía, perdida toda pose de elegancia.

    - ¿Cómo has osado mostrarte ante esos insignificantes humanos para adiestrarles con tus artes, Polímnia? -inquirió con un atisbo de desdén Clío-. La Historia nos enseña que esos miserables inquilinos de la Tierra no son merecedores de nuestra atención.

    - Hermana, no creerías que iba a rebajarme a aparecer con todo mi esplendor ante un grupo de aspirantes a escritorzuelos. ¡Probablemente me lapidarían! -Polímnia desechó la absurda idea con un movimiento de mano-. No, hay un método mucho más útil: sus sueños. Me introduzco en ellos cuando están profundamente dormidos y practico con ellos hasta que despiertan.

    - No me extraña, pues, que mis clases vespertinas de danza no consigan resultados -se lamentó Terpsícore-. ¡Les tienes agotados, Polímnia! Para que aprendan a bailar, les induzco una ensoñación cuando llegan a casa, tras el trabajo, pero ellos se tambalean y son incapaces de seguir el ritmo. ¡Tienes que dejarles descansar, hermana, o no llegarán vivos al funeral!

    - Ya casi he terminado con ellos. ¿Me dejas verles practicar? Ya tienen desconcertadas a sus familias, pero con tus lecciones, van a pensar que están locos -Polímnia lanzó una carcajada.

    - Oh, hermanas, esto va a ser épico -se quejó Erato-. Acabo de terminar una oda al difunto, para obligar a la asesina a recitarla durante el juicio. Es muy útil, eso de influir en los sueños de los humanos -añadió como para sí misma.

    - Gracias, oh hermanas, por vuestra dedicación. Sabía que no me abandonaríais en la desdicha -lloró Talía.

    Las demás musas corrieron a abrazarla. La muerte de Raúl había sido un duro golpe para su alegre hermana. Ellas se encargarían de que la asesina no quedara impune.

    El funeral fue todo un espectáculo.

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  75. 150 x 300

    La sonoridad de sus versos y la fluidez de su métrica terminaron por convertir aquel hermoso poema en canción. Muy pronto la canción se volvió himno, y con la música y la voz de la patria ya establecidas se creyó que había llegado el momento de fundar la nación. Una nación de hombres libres e iguales. Entonces, consecuentemente, se expandió el deseo de confeccionar una bandera cuya iconografía contuviera, además, los principios del amor y la paz. Y así fue durante años. Tiempo después, aquella sublime pieza de tela rectangular hondeaba algunos días a media asta.

    Raúl (ánimo a todos, a seguir llenando el blog con más historias; a ver si os estáis reservando para el nivel avanzado y no me he enterado...).

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  76. Hola, a todos:
    Como ya os comenté, os espero en la presentación de "Un cocodrilo para Laura" el día 3 de abril, a las 19,30, en la biblioteca Delgado Valhondo. Muchas gracias por vuestros mensajes.
    Os dejo una sugerencia para escribir en esta tarde ciclogenésica a partir de este posible inicio: "Tenía un cocodrilo"...

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  77. Tenía un cocodrilo que se bebió el Nilo,
    No le quedaba un solo diente y parecía.sonriente.
    Y en este catorce de febrero no se quitó el sombrero,
    pues se había enamorado y en vez de marrón era encarnado.
    Y colorín colorado el cocodrilo se me ha escapado

    Gracias por la propuesta.
    Un beso Pepa

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  78. Gracias por tu cocodrilo y feliz inicio de semana.
    Otro beso. :)

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  79. Tenía un cocodrilo
    colgando del techo por un hilo.
    Lo tenía así dispuesto
    porque se encontraba indispuesto.
    Una muela le dolía,
    la que con más fuerza molía.
    Lo llevé al veterinario,
    pero le dio cita para un año.
    Lo llevé al curandero,
    pero se le vio el plumero:
    salió de su cabaña
    como alma que el diablo acompaña.
    Y hasta hoy por la mañana
    del techo colgando estaba.
    Pero al volver de mi trabajo,
    sólo su muela colgaba.
    Con ella, en su recuerdo,
    un colgante llevo al cuello.
    Y hoy, al leer lo que Jimena comenta,
    he caído yo en la cuenta:
    ¿ No habrá leído,
    mi letrado cocodrilo,
    el texto que en el foro presenta,
    y, por fin, de su muela liberado,
    se ha ido a buscar al encarnado?
    Por su bien, espero que así sea.

    Con tu permiso, Pepa.

    Pedro. Un saludo.

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  80. Tenía un cocodrilo,
    ambarinos ojos, piel verde esmeralda,
    perdido le encontré a la orilla del río, tan pequeño...
    arrastrado por las aguas...

    Sus ojos inmensos me miraron entristecidos...
    estaba enredado entre unas ramas,
    lleno de barro y con el hociquillo recubierto de verdín,
    lo cogí en brazos y lo llevé a casa.

    Mi padre nos vio llegar empapados
    negó, “otro animalillo desamparado”
    Lo lavó, lo alimentó,
    en el jardín le hizo una pequeña charca.

    Lánguidas tardes de verano transcurrieron,
    sus ojos ahora brillantes y atentos
    sus dientes perlados y perfectos
    destellando sobre las cristalinas aguas.

    Tenía un cocodrilo, pero,
    cuando volvieron las lluvias,
    lo llevamos a la orilla del río
    y lo vimos corretear con sus pequeñas patas.

    Se sumergió en la corriente,
    Su despedida fue una brillante mirada
    de sus dorados ojos, en silencio
    contemplamos la estela que dejó su marcha.

    Tenía un cocodrilo,
    o eso creía yo: me engañaba.
    Mi corazón era suyo, se lo llevó con él,
    con esa mirada ambarina y dorada.

    Tenía un cocodrilo,
    Verdecillo se llamaba.

    Pili. Besos.

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  81. Gracias por vuestros cocodrilos. Por si os queréis animar, no es necesario que los textos estén escritos en verso. También espero vuestros microrrelatos. Un abrazo a todos y gracias los que seguís participando aunque el curso haya terminado. :)

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  82. EL COCODRILO

    El cocodrilo lloraba porque no sabía reír.
    Con esa boca tan grande, quién nos lo iba a decir.
    Y es que a veces tienes medios y no consigues el fin.
    Si quieres un buen consejo, escucha con atención,
    ponte metas, juega duro, con justicia, con tesón,
    y recuerda, no lo olvides, no necesitas valor.
    Ya lo tienes.
    Mariló.

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  83. Tenía un cocodrilo escondido en el armario. Era un bicho perezoso y lento, de penetrantes ojos amarillos, que sólo asomaba su morro picudo y cavernoso cuando me sentía enfadada. Entonces le sacaba del armario, le alimentaba con carne fresca, recién cortada, goteando sangre cálida y vivificante. Cuando me notaba contenta, volvía a su hibernación, satisfecho, expectante.
    Un día, al mirarme en el espejo, ví asomar en mis ojos su mirada de ámbar helado. Temblé. Corrí a la ferretería más cercana y compré el candado más fuerte que tenían.
    Ahora mi cocodrilo está enfadado conmigo. No sé cuánto tiempo aguantará la puerta del armario sus embestidas.


    ¡Saludos a todos!

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  84. Bueno, bueno... ¿Alguien tiene otro cocodrilo en el armario?
    Raúl, Juan Francisco, Ramón...y compañía. Espero vuestros microcuentos.
    Un abrazo a todos. :)

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  85. Tengo un cocodrilo - solté, como quien no quiere la cosa, entre mis amigos.
    -¿Para qué? -me dijo uno de ellos.
    No supe qué contestarle, pero me hizo pensar sobre ello: "Si el cocodrilo me tuviese a mí, ¿para qué me querría?"
    De inmediato un escalofrío recorrió mi espalda. Buenos días -dije al encargado de la tienda de mascotas- Tengo este cocodrilo y ... quiero dejar de tenerlo.

    ¡Hasta pronto....cocodrilo!


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  86. COCODRILOS

    Lo cierto es que no todos los días se encuentra uno un cocodrilo al salir de casa.
    Lo cierto es que no todos los días te pregunta un cocodrilo si alguien en concreto vive en tu edificio.
    Lo cierto es que si cuentas que eso te ha pasado a ti, todos van a pensar que no estás bien de la cabeza.
    Por eso, por las restricciones que impone la sociedad, no pienso contar a nadie mi experiencia con individuos de esa especie.
    Jamás, jamás sabrán que contesté afirmativamente a esa pregunta, ni que lo acompañé al ascensor, ni que pulsé el botón del piso al que el saurio quería ir, él no llegaba como es de suponer. Ni que llamé al timbre y, por supuesto, nunca mencionaré el nombre de quién me abrió la puerta. ( No puedo hacerte eso, querida vecina)
    Es más, si alguien me hace referencia al mundo de los saurios, me saldré por la tangente, mezclaré churras con merinas, tomaré las de Villadiego, me iré por los cerros de Úbeda… lo que sea, con tal de eludir el tema. Ya sabemos que Al buen callar llaman Sancho y yo esta vez no quiero ser D. Quijote.
    Paradójicamente, en este mundo de locos, lo peor es que te tachen de ello.

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  87. Hola, soy Mariló. El relato anterior es mío, se me olvidó firmarlo. Ciao!

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  88. Gracias, Mariló. Quedo a la espera de nuevos cocodrilos sorprendentes. :)

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  89. UN COCODRILO PARA BEATRIZ

    Tenía un cocodrilo al que llamaba papá y pedía que le contara cuentos antes de ir a dormir. Años más tarde, durante la gran migración, se veía a Beatriz Osés dando pautas a miles de ñus y cebras de cómo cruzar, sin morir, las oscuras aguas del río Mara.

    Raúl

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  90. Gracias, Raúl. :)
    ¿Te gustó el libro? Un besote.

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  91. Tenía un cocodrilo tatuado debajo de su ombligo, entre el centro del universo y un valle de cerezos ensortijados… la conocí en un bar de carreteras... yo necesitaba una sesión de terapia sexual y ella me miró en el instante en que Chaouen cantaba “si tu boca es un cántaro de agua, tengo sed”… en algún rincón de la oscuridad apareció un desfiladero de amapolas y a un saurio voyeur se le incendiaron los ojos de placer…

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  92. Gracias, Ramón. Espero que pronto nos veamos todos con nuestros cocodrilos. :)

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  93. Muchas gracias a todos por asistir a la presentación de UN COCODRILO PARA LAURA. Me hizo mucha ilusión volver a veros en el salón de actos de la Biblioteca Delgado Valhondo. Aquí os dejo una nueva propuesta para imaginar: una microcuento donde aparezca una "mascota especial". Podría comenzar de la siguiente manera: "Úrsula Brown siempre quiso tener"...

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  94. ÚRSULA BROWN

    Desde que su marido la abandonara por no haberle podido dar hijos, Úrsula Brown había querido tener una cigüeña como mascota. Soñaba con cuidarla y darle cobijo para que, al levantarse una mañana, ella le trajera colgando del pico un rollizo bebé venido de París que lo hiciera volver.


    Raúl (Un saludo a todos, entre pañales, tomas nocturnas, cólicos, un poco de pelusa infantil y mucho amor. Se os echa de menos por aquí. Gracias, Beatriz, por seguir moviendo esta entrada y por toda la buena literatura. ¡Beso!)

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  95. ¡Enhorabuena, Raúl!...y gracias por el cuento. Me ha gustado mucho. Seguiremos escribiendo entre pañal y pañal. Un beso muy fuerte. :)

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  96. EL COCODRILO CANTARÍN.
    Tenía un cocodrilo que sabía cantar, pero no cualquier cosa, no, solo cantaba una nana: “nana niña, nana. Del lirón pequeño que espera en pijama tomando una tila junto a su ventana,…” Tal era mi desconcierto que lo grabé a escondidas mientras dormía a mi hija y lo colgué en YouTube sin saber las repercusiones que tendría. A los dos días y tras un millón de visitas, interrumpieron en mi casa los de CNI asustados por la existencia de un cocodrilo cantarín. Ya le iban a inyectar un somnífero para realizarle experimentos dolorosos cuando el cocodrilo de nuevo comenzó a cantar su nana, el ambiente era de relajación absoluta, tanto que los agentes durmieron durante tres días. Al despertarse ya no había ni rastro del cocodrilo ni en mi casa ni en Internet. Parecía que todo había sido una broma de mal gusto de algún jaker que había utilizado mi I.P. Perplejos se marcharon por donde vinieron tras haber realizado mil y una pruebas. Me sentía tan culpable que comencé a llorar, me había quedado sin cocodrilo y mi hija sin nana. Llegó la hora de dormir y nada la calmaba, lloraba y lloraba sin consuelo la pobre niña hasta que un susurro que se fue convirtiendo en una tenue voz comenzó a cantar: “nana, niña, nana…” Al terminar, sólo alcanzó a decir: “Aún no estáis preparados para la magia que perdisteis al crecer”. Como vino, se fue. A partir de aquella noche, regresó a la habitación de mi hija para cantarle su nana hasta que perdió su inocencia, y la razón sustituyó a la fantasía en su adulta cabeza, tan sólo se quedó en un bonito recuerdo de la niña que fue, un princesita con mucha imaginación.

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  97. Gracias, Rosa y feliz ya casi verano a todos, aunque aún no hayamos terminado mayo. Se respira ya un ambiente de mar. Espero que nos volvamos a ver pronto a la vuelta de las vacaciones. Un abrazo. :)

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  98. EL FIN DEL MUNDO

    Nada más despertarse, leyó en la prensa digital que el fin del mundo había llegado. Pero Juan Luna no se inmutó y siguió tomando su café. Todo aquello quedaba dos esquinas más allá de su casa.

    Raúl

    P.D.: ¡Feliz y fructífero mes de libros para ti y para los compis! ¡Besos!

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  99. NOÉ Y LA PALOMA

    Envió Noé una paloma para ver si las aguas se habían retirado de la faz de la tierra, y no halló la paloma lugar seco donde sentar la planta de sus patitas y volvió al arca. Entonces él extendió la mano y, tomándola, la hizo entrar consigo para que descansara. Esperó aún otros siete días y volvió a enviarla fuera del arca. Y la paloma volvió a él a la hora de la tarde, y he aquí que traía el Vanity Fair en el pico.

    Raúl

    (Quiero seguir celebrando en este espacio la alegría de inventar, para que continúe viva a pesar del año transcurrido justamente desde que comenzamos el curso. Y darte la enhorabuena más cálida por Erik Vogler, o mejor, darle la enhorabuena a él por haberlo sacado de donde estaba esperándote. ¡Besos grandes como os(e)s!)

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  100. :) Jeje. Gracias por regresar Raúl. Me pondré en contacto con nuestro grupo del taller de escritura para enviar nuevas propuestas y participar en el blog.
    Por cierto, para el 26 de noviembre, resérvanos un hueco en tu agenda porque presentamos Erik Vogler en la biblioteca Delgado Valhondo, a las siete de la tarde. Ya os informaré con antelación. Un besote, Raúl y muchas gracias por el microcuento. Espero que todo vaya muy bien.

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  101. LA VIDA SECRETA DE JULIUS

    Su cuerpo empequeñecía a medida que el tren se alejaba, pero no sus palabras. «No olvides lo que te digo, hijo: los muertos siempre llevan razón». Me decía desde el andén. Hacía solo una semana que el espectro de tía Chofi se nos había aparecido en la cocina y me había apuntado con el dedo, para luego marcharse sin abrir la boca. Recuerdo ver a mis hermanas sonreír levemente y a mi padre, con gesto duro, asentir con la cabeza, como si todo fuera predecible para él. Mi madre se levantó de la mesa y se marchó hacía el corralón, donde los gritos de las bestias contenían su llanto. Durante aquella última semana la vi empaquetar nerviosa toda mi ropa, mis cartillas de lectura, mis lápices, pero jamás le pregunté nada. Antes de subirme al vagón, mi madre había escrito en un papel doblado una dirección: «Madame Cocoche, Rue de la Concorde, 31». Y lo había cerrado con fuerza en mi mano. «En cuanto te bajes, pregunta hasta que des con ella y entrégale este papel. No te preocupes, ella cuidará de ti.» Sin yo saberlo, aquel pequeño papel de estraza guardaba, en la mala caligrafía de mi madre, las dos palabras que iban a marcar para siempre mi destino: «Es él».

    Raúl (Haciendo limpieza de escritorio me encontré con esto. Lo subo, para no dejar esta parte del blog sin vida. ¿Firmas en Mérida? Qué maravilla la tercera parte de Erik Vogler, qué disfrute chiquilla. ¡Besino!)

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